sábado, 25 de febrero de 2012

Túnel

Sale a paso firme y los árboles mojados casi vencidos lo reciben va como por un túnel larguísimo y verde y con olor a agua camina por entre las piedras y los charcos de la calle piensa en porqué no, porqué nuevamente no y se le mezclan las lágrimas con las gotas de lluvia que acaba de comenzar a caer de modo furioso e hiriente una figura repetida pero cierta y putea en voz muy baja hasta que llega al bar cercano que hace de guarida para lamerse las heridas, se sienta, pide un café, dos medialunas saladas por favor, abre el diario, se calma un poco.

viernes, 24 de febrero de 2012

Gris y verde

Mira por la ventana la lluvia liviana y traslúcida que parece viva, mira mientras escribe al ritmo del libre fluir de su conciencia, mira al pasado porque las cosas vuelven, mira al futuro porque indefectiblemente las cosas vuelven; mira el teléfono mudo, las hojas blancas, los papeles inútiles. Apura el último trago de café y se dispone a salir.

martes, 14 de febrero de 2012

Amanece

Se sienta en la amplia galería con un vaso de vino en su mano derecha, cigarrillos, y su cámara de fotos. Amanece y escucha cómo los pájaros despiertan, de uno en uno. Toma un trago. El vino tiene cuerpo y buen sabor, y comienza a pensar en algunos momentos de su vida, al azar, sin orden ni cronológico ni jerárquico. Toma una foto del jardín, no le gusta, la borra. Sus recuerdos lo abruman, lo sobrepasan. Toma otro trago, y es consciente de los efectos que la bebida produce en él.
Otra foto. Está mejor, piensa. Otra más. Otro trago. Y uno más. Las pastillas que puso en el vaso son suficientes para que ya no haya retorno, lo obnubilan, lo ponen alegre, lo matan lentamente. Una última foto antes de que cierre los ojos, cámara, vaso y cigarrillos caigan al piso, los pájaros cantan al unísono, un nuevo día llega.

lunes, 13 de febrero de 2012

Caminata

Sale en el momento exacto en que la luz de la tarde se transforma en noche. Camina (siempre le gustó caminar, siente que eso la mantiene despierta) una cuadra hacia el norte, una cuadra hacia el oeste. Usa las llaves de él para entrar en el tercer departamento del segundo piso. El olor a hombre es abrumador, pero no está nerviosa. Saca un vaso, lo llena de agua, se sienta a esperar en el living semivacío y oscuro. Siente cómo su respiración calmada y profunda es alterada por los ruidos que vienen del pasillo. No es él. Se le cruza por la cabeza alguna canción que creía olvidada. Es lindo cantar, y la canta en voz baja. Bebe un poco.
Ahora sí es él. Escucha el ruido de las llaves en la cerradura, el picaporte que gira, las risas de ellos, alguna broma inentendible, el click de la luz que se enciende, mira la cara de sorpresa de ambos, sorpresa de ver cómo de sus pechos florece una mancha rosada, roja, que de a poco crece, sorpresa de saberse muertos de dos certeros disparos.
Ya es de noche, ella sale y ahora camina una cuadra hacia el este, una cuadra hacia el sur. Vuelve a casa, se baña, piensa en qué va a cocinar dentro de un rato, se ríe a carcajadas sin poder parar. No quiere parar.

sábado, 4 de febrero de 2012

Fascinación

Por el irresistible placer, por sus ojos, por su manera de hablar, por su indiferencia, por sus caderas, sus piernas y su cola blanca perfecta.
Por su manera de besar -de besarlo-, por su sutil forma de ignorarlo, por todo lo que no es, por eso y por cosas que ni conoce de ella, fascinación por el dolor irremediable y encantador de saber que nunca la tendrá.