miércoles, 11 de enero de 2012

Viaje

Se acordó de sus zapatillas de imitación, compradas fuera del circuito de tiendas reconocidas, ahí donde los feriantes exhiben dudosos productos.
Se acordó de sus miedos. Se acordó de sus palabras, siempre -o casi siempre- acertadas.
Se acordó de su auto. De colores. De atardeceres. Se acordó de raras canciones. Se acordó de ciertos lugares.
Se acordó de su padre.
Se acordó del primer beso. Se acordó de cómo ella lo acariciaba. De lo que le susurró al oído la última vez que fue a su casa. (Le dijo que era lindo).

Se acordó de un día gris de lluvia, igual que éste, cuando mirar al cielo era como un viaje, sin boleto de regreso.

Tomó el primero de muchos cafés. Negro, solo, sin azúcar. Empezó el día.