sábado, 3 de septiembre de 2011

Ropa


Sacarse la remera, los zapatos, el pantalón, tirar todo a la mierda; estar en bolas al sol, al mundo, a la vida. Echarse desnudo en el balcón, en el jardín, en el patio, en la casa, dejar que el aire pegue y pase y entre sin reservas; esperar la lluvia como si fuera la última, la definitiva (así se confunden las gotas con las lágrimas).
Dejarse ir, mojarse, secarse, mojarse de nuevo. Bañarse diez veces, gritar un poco, callar mucho. Acordarse de los días felices, y de los días de mierda. Sobre todo de los días de mierda.
Cortarse el pelo, afeitarse, arrancarse las cejas, depilarse el pubis, eliminar cualquier vestigio de ese o esa o eso que fuimos, empezar de nuevo.

Definitivamente mandar a la mierda a los indeseables.

Empezar de nuevo; de nuevo; de nuevo.

Ponerse la mejor ropa. Sacársela. Prender fuego a las viejas fotos, y a las nuevas también.
Sentirse un estúpido, darse cuenta de que realmente lo es; reírse. Fuerte.

Fantasear con el escape (en cualquiera de sus infinitas formas). Proponerse metas que a los dos minutos olvidamos. Proponerse otras metas, que a los cuatro minutos olvidamos.

Irse.

Flagelarse de diversas maneras, todas insuficientes.

Respirar.

Inspiro,
Expiro.
Inspiro,
Expiro.

Esto es, esto es, te repiten todo el tiempo. No alcanza. A no ser que...
Te saques la remera, los zapatos, el pantalón...

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