Entonces él sale sin rumbo y putea por lo bajo no ahora putea a viva voz soy un imbécil se dice camina unas cuadras para comprar algo de beber y algo de comer está sediento y está famélico porque ella le dejó la boca seca y amarga y fue también por los gritos que le duele la garganta los dos primeros tragos lo sosiegan y los dos primeros bocados lo tranquilizan ahora sí que se complicó todo quién será ese hijo de puta se pregunta y se responde el hijo de puta soy yo y aparte soy un estúpido mientras termina de beber y de comer sentado en un banco de plaza blanco y lleno de escrituras se pone a leer frases obscenas y frases triviales nombres teléfonos y calles promesas sucias de sexo y perversión y si llamo me atenderán se ríe un poco rápidamente se nubla y a los dos minutos comienza una fina lluvia que lo refresca por fuera y por dentro no hay nadie es de madrugada sólo un par de perros callejeros guarecidos bajo un techo y algún trasnochado o alguien con un pariente enfermo que busca una farmacia él está muy borracho y le da un poco de vergüenza pero vomita contra un árbol y saca toda la mierda contenida de su cuerpo y de su alma y en el vómito se le va lo último que le quedaba de ella y comienza a llorar por la indignidad y por el desamor siente que nunca va a tenerla, nunca.
(Ella, mientras tanto, trata de olvidarlo, aunque sabe que será imposible)
domingo, 27 de noviembre de 2011
La primera vez, y la segunda
La primera vez llegaron casi al mismo tiempo, los ojos rojos y atropelladamente, las coincidencias eran evidentes pero ellos no les daban importancia, lo único que les importaba en verdad era que estaban juntos aquí y ahora, como solían decirse mutuamente. Sus ojos brillaban, sí, por las sustancias que habían ingerido, pero había algo más, otro resplandor, algo que no podían explicar y que sólo ellos percibían (o al menos eso creían).
Se sentaron uno frente al otro, no hacía falta mirarse, se sentían tibios, tan cerca, rozándose los dedos, escuchando las conversaciones de los demás en la mesa, deseándose.
La segunda vez brillaban los ojos de él, y los de ella, pero no era igual; algo los separaba, y él no entendía bien, si todo parecía tan diáfano, tan hermoso, tan azul, pero no. La gente a su alrededor decía cosas que no alcanzaba a comprender, y reían, y él sólo podía embriagarse para romper el aislamiento -o para acentuarlo-, y ella parecía ausente, no, en realidad parecía estar en otro lado.
Cuando al fin ella lo miró, fue para decirle casi sin palabras que debía irse. Que la esperaban. Y que todo había terminado.
(continuará)
Se sentaron uno frente al otro, no hacía falta mirarse, se sentían tibios, tan cerca, rozándose los dedos, escuchando las conversaciones de los demás en la mesa, deseándose.
La segunda vez brillaban los ojos de él, y los de ella, pero no era igual; algo los separaba, y él no entendía bien, si todo parecía tan diáfano, tan hermoso, tan azul, pero no. La gente a su alrededor decía cosas que no alcanzaba a comprender, y reían, y él sólo podía embriagarse para romper el aislamiento -o para acentuarlo-, y ella parecía ausente, no, en realidad parecía estar en otro lado.
Cuando al fin ella lo miró, fue para decirle casi sin palabras que debía irse. Que la esperaban. Y que todo había terminado.
(continuará)
viernes, 25 de noviembre de 2011
Del otro lado
Después de la ducha fría, de secarme el pelo a las apuradas y de pintarme las uñas muy prolijamente, salgo y camino sobre las hojas muertas secas y olvidadas con mis pies descalzos y me acuerdo de los tuyos cálidos junto a los míos ese día en que presentimos que ya no, que no había caso. Camino y ahora el pasto verde de septiembre me recibe, alfombra, recinto, remanso; la vida sigue y nos amamos, secamos nuestras lágrimas con el aire del verano que siempre es denso y nos completa, nos acompañamos mutuamente una vez más, yo te miro mientras pensás en cosas inescrutables, y te digo hola, acá estoy, soy yo, y vos me abrazás como si nunca más lo fueras a hacer, y yo te como a besos, pero sí, es cierto, es el final. Agitando mi mano derecha te digo adiós mientras ahora el pasto es tierra casi negra, mis pies están helados y yo te busco en vano.
Acá estoy.
¿No ves?
Soy yo.
Acá estoy.
¿No ves?
Soy yo.
domingo, 20 de noviembre de 2011
Antes de eso
Despierta.
Incómoda en su propia piel. Sacude la cabeza, trata de quitarse de encima el mal sueño que tuvo. No puede.
El la invitó a quedarse. Para siempre.
Incómoda en su propia piel. Sacude la cabeza, trata de quitarse de encima el mal sueño que tuvo. No puede.
El la invitó a quedarse. Para siempre.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Mediamañana
Le duele el estómago. Se siente mareado.
(Ella estaba con su pantalón rojo, su remera musculosa, su buzo de algodón en la cintura, y con la sonrisa de siempre -la de hace años, la de una vida que parecía haber sido vivida por otros, no por ellos-, le dijo fresca y contenta: "Hola..." y como al descuido dejó que él oliera su perfume a la pasada.)
(continuará)
(Ella estaba con su pantalón rojo, su remera musculosa, su buzo de algodón en la cintura, y con la sonrisa de siempre -la de hace años, la de una vida que parecía haber sido vivida por otros, no por ellos-, le dijo fresca y contenta: "Hola..." y como al descuido dejó que él oliera su perfume a la pasada.)
(continuará)
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Dos
Ella inventa palabras...
O pronuncia algunas que suenan nuevas en su boca.
Escocia,
Jengibre,
Pan.
El...
Le regala canciones.
O pronuncia algunas que suenan nuevas en su boca.
Escocia,
Jengibre,
Pan.
El...
Le regala canciones.
Hambre. Sed
20 cms de nieve en la estepa ancha. Tres días sin comida, sin agua, sin refugio.
Dos lobos aúllan de cara al cielo, buscando saciar sus ansias de carne, los ojos perdidos, los pelos erizados. Se frotan entre sí, se chocan, se huelen.
Un ciervo a lo lejos. No hay viento; ha llegado el momento.
Dos lobos aúllan de cara al cielo, buscando saciar sus ansias de carne, los ojos perdidos, los pelos erizados. Se frotan entre sí, se chocan, se huelen.
Un ciervo a lo lejos. No hay viento; ha llegado el momento.
martes, 15 de noviembre de 2011
Comienzo de jornada
Día perfecto, pensó. Gris, fresco, grande, entero. Desayuno en silencio, austero como siempre, íntimo, suyo.
Espejo, agua, pelo. Sueño. Rápido repaso mental de las muchas cosas por hacer, aire.
Llaves, reloj, anillos. Teléfono. Billetera. Comida para el gato.
Después del último gesto de amor, después del último beso en la boca aún dormida, salió despacio, ella no se dio cuenta. Estaba soñando con él.
(continuará)
Espejo, agua, pelo. Sueño. Rápido repaso mental de las muchas cosas por hacer, aire.
Llaves, reloj, anillos. Teléfono. Billetera. Comida para el gato.
Después del último gesto de amor, después del último beso en la boca aún dormida, salió despacio, ella no se dio cuenta. Estaba soñando con él.
(continuará)
sábado, 12 de noviembre de 2011
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Almuerzo (fin)
Se encuentran al mediodía en el centro de la ciudad piden vegetales para comer en un restorán pequeño pero con aire acondicionado y paredes verdes porque el calor los ciega los aplasta los somete acompañan el almuerzo con agua el alcohol está restringido a las noches aparte tienen que volver a trabajar los dos por separado y en medio de la comida ella saca de su cartera breve elegante y sencilla porque no es de andar ostentando saca de su cartera dije dos pasajes de avión a Edimburgo allá hace frío ahora vamos a los highlands le dice quiero viajar con vos porque sé que nos vamos a llevar bien y aparte quiero que me abraces y me abrigues como lo haría el oso ese que describiste en un viejo texto tuyo quiero ser ella y quiero que vos seas él y caminemos y me abarques con tus brazos como él hacía con ella porque en ese viejo texto vos dijiste que él la amaba en realidad los dos se amaban y eso es justo justo lo que yo siento y en los highlands haremos un pacto que consiste en que si alguna vez nos toca separarnos nunca será definitivo porque no se termina hasta que termina me dijeron y quiero verte caminar por el pasto alto y con el viento pegándote en la cara y cerca del mar que siempre está frío y si me dejás voy a tomarte una foto para no olvidarte nunca (y aquí pronuncia su nombre y luego le dice mi amor y él abre grandes los ojos y luego de una brevísima pausa le dice que sí).
Más diálogo
-Es verdad, te lo juro, a mí
-Escuchá, no creo que
-Pero si el otro día, así
-Ah, me imagino cuando, yo en realidad
-Por supuesto, darling, por supuesto
-Seguro, en serio, pero no
-Nos vemos pronto, ¿eh?
-Chau.
-Escuchá, no creo que
-Pero si el otro día, así
-Ah, me imagino cuando, yo en realidad
-Por supuesto, darling, por supuesto
-Seguro, en serio, pero no
-Nos vemos pronto, ¿eh?
-Chau.
Dos valijas llenas de amor
Calor insoportable que aprieta en las sienes y no deja respirar porque además ella se fue vació el ropero llenó dos valijas y diciéndole cosas descarnadas chorreando sangre sin siquiera cerrar la puerta tras de sí desapareció él sólo alcanzó a ver el pliegue de su pollera larga y el taco de su zapato cuando se perdió en el vapor de la siesta más pesada que nunca entonces se ahogó fue a la heladera tan vacía como el ropero y sacó una botella de agua de la que bebió hasta el final se sentó en el piso los objetos que lo rodeaban parecían tan devastados como él lo estaba y lloró a mares durante horas fue hasta el espejo estoy hecho una mierda pensó se bañó pero el calor era implacable la llamó mil millones de veces por teléfono y ella no contestó nunca y volvió a llamarla pero nada me voy a matar pensó no seas tan estúpido se reprochó me las voy a cojer a todas no seas tan patético se dijo y transpirado mojado empapado en sudor salió a la calle pero antes había estado tirado en la cama ahora más grande mirando un foco tan desnudo como él lo encendía lo apagaba así treinta veces seguidas salió a la calle dije y el calor lo abrazaba y lo abrasaba afuera no había nadie en realidad nadie que lo acompañara y caminó tres cuadras y después cuatro y entró al bar de siempre y se tomó otra botella de agua con el vaso se tapaba los ojos llorosos trataba de concentrase en sus obligaciones en algún libro en lo que fuera cuando por la ventana la vio pasar con la misma pollera y los mismos zapatos ya sin las valijas, no iba sola.
Des-Ayuno
Luz blanca que encandila y obliga a cerrar las cortinas de la puerta-ventana que da al jardín.
Agua caliente. Pan (siempre que dice "pan" se acuerda del olor de su pelo). Taza amarilla, taza azul, vasos, agua fría.
Café con y sin azúcar.
Sube con pasos de gato la escalera, uno, dos, uno ,dos; por la ventana del cuarto mínimamente abierta se cuela una línea de sol, suficiente para no tener que encender la luz.
Se sienta en el borde de la cama, mira. La mira. Ella está vuelta sobre sí misma, la imagen que él tiene es como la de esas fotos donde se ve la espalda justo hasta la curva de la cadera que insinúa sin mostrar, y más arriba los dos brazos que se cruzan y se cuidan el uno al otro... y los cabellos despeinados.
El no sabe que ella ha abierto los ojos, la despertó el olor a desayuno. Espera, inmóvil. Espera hasta que él la llama por su nombre, ella se da vuelta, le sonríe, y él le dice que la ama, con los ojos un poco húmedos.
(continuará)
Agua caliente. Pan (siempre que dice "pan" se acuerda del olor de su pelo). Taza amarilla, taza azul, vasos, agua fría.
Café con y sin azúcar.
Sube con pasos de gato la escalera, uno, dos, uno ,dos; por la ventana del cuarto mínimamente abierta se cuela una línea de sol, suficiente para no tener que encender la luz.
Se sienta en el borde de la cama, mira. La mira. Ella está vuelta sobre sí misma, la imagen que él tiene es como la de esas fotos donde se ve la espalda justo hasta la curva de la cadera que insinúa sin mostrar, y más arriba los dos brazos que se cruzan y se cuidan el uno al otro... y los cabellos despeinados.
El no sabe que ella ha abierto los ojos, la despertó el olor a desayuno. Espera, inmóvil. Espera hasta que él la llama por su nombre, ella se da vuelta, le sonríe, y él le dice que la ama, con los ojos un poco húmedos.
(continuará)
Diálogo
-Sí, claro, pero
-¿Vos entendés lo que te digo?
-Entonces bueno...
-Exactamente.
-Y después yo, vamos no puede ser tan
-Ajá
-No, no creo
-Te dejo, me tengo que ir
-Chau.
-Chau.
-¿Vos entendés lo que te digo?
-Entonces bueno...
-Exactamente.
-Y después yo, vamos no puede ser tan
-Ajá
-No, no creo
-Te dejo, me tengo que ir
-Chau.
-Chau.
martes, 8 de noviembre de 2011
Secuencia interior-exterior-interior.
Salen al amparo de la noche, ahora despejada y fresca. La lluvia ha dejado sus marcas en el pavimento, en las veredas brillosas, en los cuerpos de ellos y de muchos otros. Caminan rápido hasta la avenida, vamos le dice ella, vamos que estoy feliz y hoy y como siempre quiero más, ahora ella corre y sus pelos vuelan y él la alcanza muy rápido y la toma de las caderas besándola una sola vez en los labios, que hoy no se pintó.
Entran a un bar luminoso y lleno, de gente y de adornos y de ruidos de vasos que chocan y de risas estruendosas y de rincones donde nuevos amantes se abrazan con sigilo, prudencia y deseo, y de otros rincones donde futuros amantes entablan el juego cuyo final conocen, pero disimulan.
Ellos nunca dejan de mirarse mientras hablan, las mínimas distracciones -saludar a gente que conocen, pedir comida y bebida- son sólo pequeños paréntesis que sostienen todo lo demás.
El lugar es amarillo y brillante, la mesa de madera casi negra, los vasos enormes y de boca ancha. La noche acaba de comenzar.
Beben como en un ritual espiralado de lenta destrucción, no hay límites hoy, bucean cada vez más profundo y entonces sus ojos se enrojecen, la visión se les nubla, la gente ha desaparecido, el ruido de fondo ha sido mitigado, son sólo ellos dos en el centro de la noche, ahora que están muy borrachos salen lentamente, no miran a los costados, suben a un taxi y ahí dentro él la acaricia con su mano derecha por debajo de la pollera, el auto está oscuro y ella lo deja hacer semidormida pero excitada. El viaje es lo suficientemente largo como para que el orgasmo silencioso llegue en el preciso momento en que abre los ojos, con una semisonrisa que dura un segundo; han llegado.
Casa. Piso blanco y frío, cigarrillos, sofá cama. Azul violeta gris oscuro. Las ropas ya quedaron a un lado, ella sólo conserva su bombacha, él no tiene nada encima, van a dormirse abrazados en pocos minutos, la noche se termina.
(continuará)
Entran a un bar luminoso y lleno, de gente y de adornos y de ruidos de vasos que chocan y de risas estruendosas y de rincones donde nuevos amantes se abrazan con sigilo, prudencia y deseo, y de otros rincones donde futuros amantes entablan el juego cuyo final conocen, pero disimulan.
Ellos nunca dejan de mirarse mientras hablan, las mínimas distracciones -saludar a gente que conocen, pedir comida y bebida- son sólo pequeños paréntesis que sostienen todo lo demás.
El lugar es amarillo y brillante, la mesa de madera casi negra, los vasos enormes y de boca ancha. La noche acaba de comenzar.
Beben como en un ritual espiralado de lenta destrucción, no hay límites hoy, bucean cada vez más profundo y entonces sus ojos se enrojecen, la visión se les nubla, la gente ha desaparecido, el ruido de fondo ha sido mitigado, son sólo ellos dos en el centro de la noche, ahora que están muy borrachos salen lentamente, no miran a los costados, suben a un taxi y ahí dentro él la acaricia con su mano derecha por debajo de la pollera, el auto está oscuro y ella lo deja hacer semidormida pero excitada. El viaje es lo suficientemente largo como para que el orgasmo silencioso llegue en el preciso momento en que abre los ojos, con una semisonrisa que dura un segundo; han llegado.
Casa. Piso blanco y frío, cigarrillos, sofá cama. Azul violeta gris oscuro. Las ropas ya quedaron a un lado, ella sólo conserva su bombacha, él no tiene nada encima, van a dormirse abrazados en pocos minutos, la noche se termina.
(continuará)
sábado, 5 de noviembre de 2011
9´16´´ después
Ya estaba oscuro.
Ahora es cuando comienza esto, pensó ella. Ahora es cuando te beso, te digo palabras de amor, te excito, te invito, te incito.
Vamos. Se hace tarde.
La marca de la tira de tu bombacha sobre tu cadera, camino de una sola vía, voy uniendo los puntos que me llevan al destino inexorable. Uno, dos, tres..., estoy por llegar.
Tu frente amplia, el ceño siempre fruncido, tus pelos revueltos, tu sexo urgente. Voy uniendo los puntos, yo también. Uno, dos, tres..., estoy llegando.
Vamos.
(continuará)
Ahora es cuando comienza esto, pensó ella. Ahora es cuando te beso, te digo palabras de amor, te excito, te invito, te incito.
Vamos. Se hace tarde.
La marca de la tira de tu bombacha sobre tu cadera, camino de una sola vía, voy uniendo los puntos que me llevan al destino inexorable. Uno, dos, tres..., estoy por llegar.
Tu frente amplia, el ceño siempre fruncido, tus pelos revueltos, tu sexo urgente. Voy uniendo los puntos, yo también. Uno, dos, tres..., estoy llegando.
Vamos.
(continuará)
viernes, 4 de noviembre de 2011
Pedido
Take the shadow from the road I walk upon
And
Be my sunshine, sunshine
http://www.youtube.com/watch?v=wWNL-uBERRc
Por favor.
And
Be my sunshine, sunshine
http://www.youtube.com/watch?v=wWNL-uBERRc
Por favor.
OST
Ella acostada en la cama acaricia el pelo de él, que está sentado en el piso; comparten un cigarrillo, dos vasos de agua helada, el calor del cuarto.
Miran inmóviles cómo la tarde se escapa por el rectángulo de la ventana, la luz mutante, el aire hirviente que no deja de pesarles en los cuerpos desnudos empapados en sudor.
Y escuchan esto, en total silencio
http://www.youtube.com/watch?v=Ur_7EBDu6gk
Durante nueve minutos y dieciséis segundos.
(continuará)
Miran inmóviles cómo la tarde se escapa por el rectángulo de la ventana, la luz mutante, el aire hirviente que no deja de pesarles en los cuerpos desnudos empapados en sudor.
Y escuchan esto, en total silencio
http://www.youtube.com/watch?v=Ur_7EBDu6gk
Durante nueve minutos y dieciséis segundos.
(continuará)
jueves, 3 de noviembre de 2011
Paseo
Sol. Helados. Los lavacoches en la calle, agitando sus trapos, en cueros, transpirados, sonrientes.
Aquí nos paramos.
Dos cervezas negras, por favor. Y muchas papas, saladas en exceso.
Con Los Planetas de fondo, la tarde es perfecta. Estamos de la mano.
Aquí nos paramos.
Dos cervezas negras, por favor. Y muchas papas, saladas en exceso.
Con Los Planetas de fondo, la tarde es perfecta. Estamos de la mano.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Sí
Mixtura encuentros desencuentros merienda esquina soledad tiempo horarios relojes vaivenes mensajes llamados posteos semillas agua fango tierra salidas arreglos miércoles jueves viernes te extraño me decís y yo a vos te digo pero si sos feliz me decís eso es lo que cuenta es verdad ahora sólo nos queda reír a boca llena ruidosamente y discutir sobre colores y formas y sonidos orientación y aconsejamiento así es mejor recupero la sonrisa porque te siento bien ya no hay suicidas en las páginas que esperan ser escritas... al menos por ahora.
Mares
Sin proponértelo parás frente a su casa justo cuando ella sale a la puerta y te dice pasá estoy sola vos mirás a ambos lados es a mí te preguntás sí zonzo vení besémonos en el jardín no hay luna pero con un par de velas es suficiente para vernos las caras te estuve esperando y es realmente como si el fuego y el agua se hubiesen juntado uno enciende al otro uno baña al otro en realidad en otra vida ya se besaron y es recorrer caminos ya conocidos manantial de deseo contenido pero ya no dulce humedad en las bocas y en el cuerpo desnudez de pieles y de mentes la mirás te mira sí son hermosos ahora en su cuarto la escuchás gemir y te escuchás gritar y vuelve la calma será hasta que la sed los lleve de nuevo hasta esos mares.
Una noche (2)
La noche es ambiciosa también traicionera y te hace trampas porque te marea un poco al principio con sus fragancias dulces y después cuando ya estás a punto de decírselo y te acercás a paso firme ella te mira con ojos de almendra y con una sonrisa franca y grande de boca amplia y dientes blanquísimos secamente te avisa que se va.
Una noche (1)
Esa noche no durmieron.
Sin embargo, soñaron con exactamente las mismas cosas: un barco con casco de madera húmeda y lustrosa, un mar de peces plateados. Y el gris de la tormenta que los aguardaba en el horizonte, automóviles azules uno al lado del otro, con olor a farmacia; soñaron también con brújulas, llaves y libros.
Sin embargo, soñaron con exactamente las mismas cosas: un barco con casco de madera húmeda y lustrosa, un mar de peces plateados. Y el gris de la tormenta que los aguardaba en el horizonte, automóviles azules uno al lado del otro, con olor a farmacia; soñaron también con brújulas, llaves y libros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)