Después de la ducha fría, de secarme el pelo a las apuradas y de pintarme las uñas muy prolijamente, salgo y camino sobre las hojas muertas secas y olvidadas con mis pies descalzos y me acuerdo de los tuyos cálidos junto a los míos ese día en que presentimos que ya no, que no había caso. Camino y ahora el pasto verde de septiembre me recibe, alfombra, recinto, remanso; la vida sigue y nos amamos, secamos nuestras lágrimas con el aire del verano que siempre es denso y nos completa, nos acompañamos mutuamente una vez más, yo te miro mientras pensás en cosas inescrutables, y te digo hola, acá estoy, soy yo, y vos me abrazás como si nunca más lo fueras a hacer, y yo te como a besos, pero sí, es cierto, es el final. Agitando mi mano derecha te digo adiós mientras ahora el pasto es tierra casi negra, mis pies están helados y yo te busco en vano.
Acá estoy.
¿No ves?
Soy yo.
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