miércoles, 9 de noviembre de 2011

Des-Ayuno

Luz blanca que encandila y obliga a cerrar las cortinas de la puerta-ventana que da al jardín.
Agua caliente. Pan (siempre que dice "pan" se acuerda del olor de su pelo). Taza amarilla, taza azul, vasos, agua fría.
Café con y sin azúcar.

Sube con pasos de gato la escalera, uno, dos, uno ,dos; por la ventana del cuarto mínimamente abierta se cuela una línea de sol, suficiente para no tener que encender la luz.

Se sienta en el borde de la cama, mira. La mira. Ella está vuelta sobre sí misma, la imagen que él tiene es como la de esas fotos donde se ve la espalda justo hasta la curva de la cadera que insinúa sin mostrar, y más arriba los dos brazos que se cruzan y se cuidan el uno al otro... y los cabellos despeinados.

El no sabe que ella ha abierto los ojos, la despertó el olor a desayuno. Espera, inmóvil. Espera hasta que él la llama por su nombre, ella se da vuelta, le sonríe, y él le dice que la ama, con los ojos un poco húmedos.

(continuará)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

continuará?

Varsanyi dijo...

Sí. No se termina hasta que no se termina.